sábado, 27 de noviembre de 2010

Inequivoca


Callada y ausente,
como esperando sentencia,
como llevada por la fuerza,
toda vestida
de lamentos y pasados.

Nadie te esperaba en el puerto,
ninguno vino a despedirte,
tu mirada vacía
se perdió en el horizonte,
sin soltar una lágrima.

La gruesa brisa de norte,
te endureció la piel,
quedaste encogida, suspensa
entre dos tiempos,
en lo que pudo ser
y lo que nunca será.

Dónde lanzaste el presente,
quién te apago la voz,
dónde escondiste tu fuente,
quién te olvido
en un viaje de fiesta.

Ahora te hablo y me peleo
te sacudo tus raíces muertas
vuelve, vuelve a vivir,
alguien, se atreve,
ya no intentes perderte.

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