
Se va contigo, se va...
es inútil retenerlo... se va
como las hojas de los árboles,
vendrán otras.
La primavera,
lo quiera o no,
me alcanzará;
solo me queda
despedirme con cariño,
ya se terminó,
adiós.
Deseos de escribir, deseos de existir, deseos de ser.
Tal vez el mejor ritual del cerebro, el que saca de las profundidades del ser torrentes inagotables e inimaginales.
Las palabras salen y cobran existencia, te comprometen y dicen cosas que no quieres decir, te traicionan quizás. Entonces para que escribo básicamente para comunicarme conmigo mismo, para mentirme a mi mismo, para esconderme a mi mismo, pero lo que no sé ni quiero saber es que me comprometo conmigo mismo. No se quien soy ni de donde vengo, sólo se que estoy y mientras esté, voy a sacar todo lo que puedo. Para recordar que vivo, tal vez pueda comprender que no siempre sea así.
Con permiso de quienes sean mis lectores, quiero ser yo, un yo desconocido, nuevo cada dia, menos formal de lo que soy cada día, pero más humano. No sé si eso me lo dará la escritura, pero eso me hará desearlo, sentirlo.
Escribo porque necesito escribir, sin contemplaciones, jugar con las palabras para jugar con la vida. Ahora quiero hacerlo.